¿Labios secos?

La piel de nuestros labios no sólo es delicada. El color rosado de los labios se debe a la buena circulación de la sangre y al hecho de que la piel es mucho más fina que la del resto de la cara. La piel de los labios apenas tiene glándulas sudoríparas y sebáceas. Al mismo tiempo, está sometida a más estrés que la de las mejillas, por ejemplo. 

Los labios secos y agrietados suelen desarrollarse más rápidamente que la piel seca de otras partes del cuerpo. Los factores externos, como las condiciones climáticas, también afectan a nuestros labios. El frío, el calor y el viento ponen a prueba la fina piel de nuestros labios. Los cambios drásticos de temperatura en el exterior y la sequedad del aire en el interior producida por los sistemas de aire acondicionado o calefacción, nada de eso le sienta bien a la delicada piel de nuestros labios.

Otra cosa en la que no solemos pensar: nuestros labios son una herramienta importante para nosotros, ya que sirven de enlace entre nuestro interior y el mundo exterior. Nuestros labios nos permiten hablar y cantar, beber y comer -a veces incluso alimentos muy picantes-. Hacemos muchas cosas con ellos sin siquiera pensarlo, como humedecerlos regularmente con nuestra saliva. Pero lamer nuestros labios en exceso también puede resecar su fina piel. En situaciones de estrés, podemos apretar o morder los labios. La tensión o el estrés en general pueden afectar a nuestros labios.

El estrés persistente puede incluso afectar a nuestra saliva. Estos cambios asociados al estrés están estrechamente relacionados con la actividad simpática de nuestro sistema digestivo. El estrés continuado puede provocar "boca seca". En respuesta al estrés no resuelto, nuestro cuerpo puede producir menos saliva y provocar una sensación de sequedad en los labios cerca de la mucosa oral, la membrana mucosa que recubre el interior de la boca. 

El cuidado de los labios con la cosmética natural de Weleda puede proteger la delicada piel de nuestros labios de la sequedad, pero eso es sólo por fuera. Los factores de estrés extremo deben resolverse desde dentro, para restablecer el equilibrio del cuerpo, la mente y el espíritu.